jueves, 17 de mayo de 2012

Malintzin de las maquilas. Carlos Fuentes

En estos días en los que todos los medios de comunicación dedican una buena parte de su contenido a recordar la obra literaria, la biografía y la personalidad del desaparecido Carlos Fuentes, yo quiero compartir con vosotros el momento en que leí por primera vez una obra suya.

No fue hace mucho tiempo, creo que en la primavera de 2007, en el taller de lectura al que yo asistía los jueves. Estábamos dedicando una temporada al relato corto y entre otros, nos tocó leer una semana,  una historia de mujeres: Malintzin de las maquilas, escrita por Carlos Fuentes.


Carlos Fuentes

 En el conjunto de su obra literaria, seguramente, este relato es un granito de arena pero, a mi que desconocía sus relatos mayores,  me pareció una historia contada con una delicadeza y una sencillez tan grandes que me enganchó. Publicado en 1995, en no más de treinta páginas recoge la vida de las mujeres que trabajan en las multinacionales instaladas cerca de la frontera con Estados Unidos. Mujeres, que son la mayoría de la mano de obra,  porque allí el ... "salario aunque era diez veces menos que en los EEUU, era diez veces más que nada en el resto de México"...

La protagonista se llama Marina,  porque ... "Cuando la bautizaron, sus padres dijeron a ver si a ésta sí le toca ver el mar". En la ranchería en el desierto del Norte, los jóvenes se juntaban con los viejos y los viejos contaban que de jóvenes sus viejos les habían dicho ¿cómo será el mar?, ninguno de nosotros ha visto nunca el mar ". La historia es preciosa y dramática, el lenguaje de estas mujeres es muy divertido y no pocas veces tuvimos que echar mano del diccionario para entender bien el sentido de las palabras.

Estos días leo en todas partes que nadie ha plasmado mejor que Carlos Fuentes la realidad de México.

Más tarde, sentimos la necesidad de conocer más cosas sobre las trabajadoras de Ciudad Juárez y leímos a Bolaño y seguimos las conferencias de La Casa de América sobre el problema de las desapariciones de jóvenes a manos de los narcotraficantes.

Pero sobre todo decidimos leer más cosas de Carlos Fuentes. No lo hicimos entonces y ahora pienso que el mejor homenaje que se le puede hacer a un gran escritor que ha muerto, es leer su  obra.

Malintzin de las maquilas, podéis encontrarlo fácilmente. Yo os invito a leerlo y a disfrutar de un pequeño relato de un gran escritor.

(El significado de Malintzin no lo tengo muy claro pero el que más me ha gustado, de lo que he leído,
es el que lo relaciona con "la de las enaguas azules", ó con la  Malinche. En el taller de literatura nos gustó pensar que Fuentes se refería a "las princesas de la maquila").

Abuela Ana

martes, 15 de mayo de 2012

A la Romería de San Isidro con Francisco de Goya

El día 15 de mayo se celebra la fiesta de San Isidro Labrador, Patrón de la ciudad de Madrid y nombrado por el Papa Juan XXIII Patrón de los agricultores y campesinos españoles por la Bula "Agri culturam", dada en Roma el l6 de noviembre de 1960.

La fiesta del santo labrador, tiene una larga tradición  popular entre los madrileños y ha sido distinta la celebración según las épocas. No se parece mucho la de los años en que Goya la pintó en sus cartones, con la reflejada, en la época romántica, en las zarzuelas y obras de teatro. Ni las celebraciones actuales con notable presencia de políticos en todos los actos
.
Hoy quiero invitaros a pasar el día en la Pradera de San Isidro siguiendo los pasos a Francisco de Goya. ¿Qué os parece el plan?.

Goya, vecino de Madrid, vivía cerca de la Pradera de San Isidro
Empezaremos por unirnos a los madrileños que a pie o, en carruajes engalanados para la ocasión, cruzan el Puente de Toledo camino de la Ermita del Santo. En el centro del puente ya podemos "saludar" a nuestro patrón que vigila desde su hornacina barroca los campos de la orilla del rio que él cultivó.

San Isidro
Una vez cruzado el puente, obra monumental que en su día fue considerado mucho puente para tan poco rio, comenzaremos a subir hacia la Ermita. Allí, desde muy de mañana, aparte de hacer ofrendas al Santo, beberemos agua de la fuente (¿milagrosa?) para reponernos del paseo y  podemos sentarnos a la sombra de los árboles con la familia o los amigos que nos acompañen.
El puente de Toledo
Desde nuestro  punto de observación podemos ver a los majos y majas, con sus trajes típicos, inmortalizados por nuestro pintor y que por eso todos  los conocemos como trajes goyescos. A esta romería suelen venir también los aristócratas, vestidos como la gente del pueblo para disfrutar de la fiesta.

La Ermita de San Isidro

Aquí estaremos escuchando música, dedicados a juegos más o menos infantiles y haciendo tiempo para la hora del almuerzo.


La gallina ciega

Cuando llegue el mediodía y el sol empiece a picar, nos iremos a buscar un lugar cómodo en el declive de la pradera que baja hasta el rio Manzanares, para colocar nuestra manta en el suelo y sacar la cesta de las viandas, las bebidas frescas, en bota o en botijo y disfrutaremos del almuerzo teniendo enfrente ese perfil de la ciudad que recorre la cornisa del Palacio Real, la Iglesia de San Francisco, el Seminario y los jardines de Las Vistillas y que es tan bonito que,  nunca, nunca debemos dejar que se rompa con nuevas edificaciones.


La pradera de San Isidro

Después de comer, quizá  lo que más nos apetezca sea tumbarnos sobre la hierba fresca de la pradera a sestear, luego más tarde habrá baile, quizá algún grupo de amigos se atreva con el baile de "el candil", títeres, música, paseos de enamorados hasta la orilla del rio. Quizá aún nos queden ganas de jugar como niños.

El pelele
 Así irá oscureciendo y, quiero pensar que, a Don Francisco de Goya no le importaría que terminásemos el día con un espectáculo pirotécnico desde el Campo de El Moro.



Ya, un poco cansados, regresaremos a casa después de un bonito día de fiesta popular.

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Esta Romería,  yo también tengo la suerte de hacerla todos los años solamente con asomarme a las ventanas de mi casa. Desde hace casi cuarenta años que vivo en ella, todos los 15 de mayo ( y durante una semana entera) disfruto del sonido de las atracciones de la verbena, las tómbolas... el perrito piloto, el olor a churros, el  ir y venir de gente por las calles que acaban en el Puente de Toledo y,  hasta que se hicieron las obras de la Calle 30 y los jardines de Madrid Rio, tenía los merenderos, chiringuitos y conciertos casi en la puerta de mi casa.

Así que este año he querido cruzar el túnel del tiempo y hacerme la ilusión de que acompañaba a nuestro genial vecino pintor, para ver la fiesta de San Isidro a través de sus cuadros. Además así a lo mejor os animáis a visitarlo una vez más en el Museo del Prado, en San Antonio de la Florida o allá donde haya una exposición de sus obras.

Felices fiestas a todos
Abuela Ana

viernes, 11 de mayo de 2012

Las rosquillas de la Tia Javiera. Rosquillas del Santo

Ya tenemos en todas las pastelerías de Madrid a nuestra disposición las riquísimas rosquillas típicas de las fiestas de San Isidro.

Preparadas en bandejas, nos ofrecen la posibilidad de comprar las de las tres modalidades más conocidas y, en algunos establecimientos, también la menos extendida: la francesa.    


Surtido de rosquillas
 Como a mi me ha costado cierto tiempo aclararme con cuál es cuál, os voy a contar lo que he averigüado sobre este dulce, rico y típico de mi pueblo.

No nos vamos a engañar, rosquillas se hacen en todas partes. Creo que desde los romanos pero en esto voy sólo de oído. Seguro que hay tantas teorías como redondelitos de masa.

Cuando yo era muy pequeña, en la verbena de San Isidro y en algunas panaderías había  puestos de venta de rosquillas con el llamativo anuncio de que eran ROSQUILLAS DE LA TIA JAVIERA, esta denominación de origen tenía su importancia porque era garantía de buena calidad.

Al parecer la Tia Javiera era una vendedora, para algunos cronistas oriunda de Villarejo de Salvanés y para otros de Fuenlabrada, que recorría la Pradera de San Isidro el día de la romería, ofreciendo "ristras" de rosquillas ensartadas en cuerda de bramante. Llevaba de las tres clases: las tontas, las listas y las de Santa Clara.

 Las rosquillas se hacen todas con la misma masa  a base de harina, huevos, aceite, azúcar, y aguardiente  o canela para reforzar el sabor. Se amasan y se cuecen en horno de panadería.


Rosquillas tontas

La diferencia está en el recubrimiento final. Las tontas sólo las pintaba con huevo batido; las listas eran las que estaban bañadas en un sirope hecho con azúcar, zumo de limón y huevo batido que les daba el color amarillo al secar (por dentro están como emborrachadas) y, por último, las de Santa Clara que están bañadas (dos veces) en merengue de clara de huevo y azúcar que al secar las recubre de una pasta blanca y dura.

Rosquillas listas

Podéis imaginar la cantidad de puestos con el cartel de "rosquillas de la Tia Javiera" que fueron apareciendo, tantos que hasta coplillas se hicieron en la época:

"Pronto no habrá, ¡miré usted! en Madrid duque ni hortera
que con la tía Javiera, emparentado no esté"


Rosquillas de Santa Clara

Así que, con muy buen sentido, pasaron a conocerse solamente como ROSQUILLAS DEL SANTO.

Listas, tontas, francesas y de Santa Clara
Menos típicas, pero no menos ricas, son las llamadas francesas que están recubiertas de un baño de almendra picada y azúcar.

Ahora ya solo queda darse un paseo hasta la pastelería y poner en la mesa las que más nos gusten para disfrutar de un dulce rico rico y muy madrileño.
Mis favoritas;  la francesa me gusta menos.

¡Me olvidaba de un detalle!. Como son horneadas, tienen menos calorías que las rosquillas normales que se frien en abundante aceite.

Ya me contaréis...
Abuela Ana

domingo, 6 de mayo de 2012

Primer domingo de mayo. Mi madre

Desde hace bastantes años el primer domingo de mayo se celebra el Día de la madre. Cuando yo era niña este día se celebraba el día de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Creo que el cambio de fecha se hizo para desvincular esta celebración de las fiestas religiosas.

Hoy quiero escribir sobre mi madre. Para vosotros, mis chicos, una de vuestras bisabuelas. Creo que tenéis que conocer lo más posible de vuestra familia porque es importante saber cuales son nuestras raices.

Mi madre se llamaba Maria José y nació muy al principio del siglo XX, en 1903. Cuando yo nací ella tenía 40 años, y otra hija que ese día cumplía los 10. Yo siempre la vi con el cabello blanco porque nunca quiso teñirse y siempre tuve la sensación de que mi madre era "muy mayor" en comparación con las madres de mis compañeras de clase.
María José era la cuarta de cinco hermanos, cuatro chicas y un chico. Por su especial habilidad con la aguja y el hilo, desde muy niña estuvo dedicada a bordar, en el convento de las Hermanas de la Caridad de su pueblo, Bailén, donde se confeccionaban los ajuares de las hijas casaderas de los terratenientes de la zona. Creo que en algún momento incluso pensó en quedarse en el convento como novicia, pero la vocación no debió ser muy profunda y prefirió mantener catorce años de noviazgo de los de "hola y adiós" con su primer novio, que fue mi padre. Se casaron en 1931.


(La fotografía no tiene fecha, pero lleva una dedicatoria: "a mi apreciable Paco", luego aún estaba soltera)
 En 1940, el matrimonio con una niña de 7 años dejó su tierra, su trabajo y su familia y buscó una vida nueva en la capital, en Madrid. Aquí nací yo tres años más tarde.

Mi madre fue una mujer que desde el primer momento tuvo claro que sus hijas tenían que estudiar y tener una buena formación, hasta donde fueran capaces de llegar. También tuvo claro que ocuparían un puesto en el mundo laboral.

En mis recuerdos de estudiante está mi madre siempre a mi lado. Unas veces guardando todos mis cuentos y tebeos en un cajón, durante el curso, para evitar distracciones. (Con mi consiguiente enfado). Otras echándome una mano en las interminables labores de las asignaturas de Formación del Hogar, aunque me ayudaba a aprender a hacerlas para cuando me hiciera falta y, siempre siempre, sentada cerca de mi en las horas de deberes y estudio, dedicada a sus cosas pero pendiente de que yo aprovechara bien el tiempo.

Quizá por los tiempos que le tocaron vivir, mi madre no era una mujer especialmente alegre. Como muchas mujeres en la postguerra fue muchos años vestida de luto y se acostumbró a no usar colores vivos en su ropa. No le gustaba mucho salir y excepto a la iglesia, los domingos, que nos llevaba ella,  mis paseos y visitas a parques, verbenas, etc. siempre fueron en compañía de mi padre.

Sí fue una madre a tiempo completo. Ella siempre estaba allí cuando la necesité. Era capaz de pasar una noche entera terminando de coser un vestido para que pudiera estrenarlo o terminando de tejer una chaqueta para el Domingo de Ramos. Le gustaba que sus hijas siempre estuvieran bien guapas.

Me enseñó a dar, me enseñó a respetar, me enseñó a valorar las pequeñas cosas que me rodeaban. También me enseñó a que lo que se consigue con esfuerzo es mucho más gratificante.

Según me fuí haciendo mayor claro que tuve desencuentros con ella, pero siempre encontrábamos algún camino para salir del problema. Eran años en los que las normas había que cumplirlas, sobre todo las chicas, y los horarios y las salidas y la ropa que te ponías y la gente con la que te juntabas... Todo se miraba con lupa y a veces era un pelín asfixiante.

Por supuesto que hay miles de cosas más que podría contaros de la bisabuela María José, pero estos son los recuerdos de cuando yo tenía  más o menos la edad que tenéis la mayoría de vosotros ahora.

En este primer domingo de mayo, GRACIAS MADRE,  por enseñarme el camino de la vida.
Abuela Ana